Esta mañana hemos recibido de RR.HH. una atenta carta dirigida a todas las secciones sindicales de BMN. En ella, se nos comunica que debemos abstenernos de usar la intranet BMN y el correo corporativo BMN para transmitir a los afiliados ofertas ventajosas que puedan entrar en competencia directa con productos y servicios comercializados por BMN (entendemos que menos ventajosos que los ofrecidos sindicalmente, pues de lo contrario no sería necesaria la carta). La prohibición afecta exclusivamente a los sindicatos pero no a las grupos de empresa y otras pías asociaciones que podrán seguir ofreciendo lo que les venga en gana y que a pesar de eso irán al cielo.
Lo dicho en la carta es un asunto que tiene sus aristas y matices, un buen tema para el debate. Andábamos discutiéndolo cuando de pronto hemos reparado en lo que hay detrás de la carta. Todos sabemos que desde el mes de mayo el personal de la Red de lo que fue Caja Granada, asisten desesperados e impotentes a la pérdida, en pocos días, de relaciones comerciales fruto del esfuerzo de muchos compañeros/as durante varias décadas.
Habíamos pensado hasta ahora que el drama que está viviendo lo que fue Caja Granada procedía de un modelo operativo ridículamente obsoleto e impuesto mediante un proyecto mal dirigido, peor organizado y en mala hora concebido. Eso pensábamos hasta que de pronto uno de nosotros (el más avisado) dijo: “verás tu como la pérdida de negocio va a ser por las ofertas de los sindicatos a sus afiliados…”. Todos quedamos mudos, ahí estaba la razón de esta perdida. Nada de lastre operativo ni de incidencias que no cesan o de reclamaciones que no se resuelven. Va a ser que se pierde negocio por las ofertas sindicales (la verdad es que las ofertas tampoco son para tirar cohetes). Va a ser que ahí está la causa de nuestros males y que por eso nuestros ínclitos gestores han reaccionado con reflejos felinos y le van a poner coto de inmediato. De ahí la carta.
Y nadie sabe ya si reír o llorar. Porque unos, digamos “los de Madrid”, nos han atado una mano a la espalda en el peor momento de la pelea en la calle, cuando más necesitábamos defendernos comercialmente. Y los otros, digamos “los de aquí”, nada les hemos visto hacer para defender lo que fue Caja Granada. Han salvado su responsabilidad negando que existan los graves problemas operativos y comerciales, menospreciando a todos los que lo han denunciado; afirmando desahogadamente que la cosa se está normalizando. A ninguno de aquí o de allí los hemos visto, asumir culpas o proponer soluciones. Eso sí, se ponen de los nervios con las ofertas comerciales de los sindicatos. Porque va a ser por eso que las cosas están como están.