A pocos días de la comunicación a la
plantilla del 12 de diciembre, el día en que podía acabarse el mundo,
constatamos, una vez más, que nuestro mundo hace tiempo que se ha acabado,
mientras que el actual equipo directivo que continuará al frente del banco
(así en negrita y letras gordas como lo han puesto ellos) sigue manejando esta
nave con una pericia de la que a estas alturas no cabe ninguna duda. También es
verdad que es lo mismo que se dice de los entrenadores de los clubes de fútbol
la semana antes de echarlos.
Una de las cosas más terribles que
destila el comunicado es el afán por dividir a las plantillas, por destacar que
siempre hay alguien que está o estará peor que tú, que debes dar gracias y
estar callado, que nadie piense que “somos griegos”. Por desgracia bastantes
compañeros se darán cuenta en el futuro de la poca diferencia que existirá en
que los lance al abismo del paro un banco sano, nacionalizado,
seminacionalizado, o en espera de nacionalización. Les quedará el indudable
consuelo de haber contribuido a la salvación de un equipo
directivo que continuará al frente del banco (así, en negrita,
letras gordas y con su poquita de sangre)
Llevamos muchos tiempo viendo como
otras entidades van pactando su absorción por gigantes del sector que todo el
mundo acepta como demasiado grandes para caer. Tras un amargo trago de eres,
ertes y desvinculaciones normalmente aceptables, han llegado a puerto seguro o,
por lo menos, tan seguro como permite el actual mercado financiero. Mientras,
los compañeros de BMN llevamos ya varios apretones de eres, ertes,
desvinculaciones y al final seguimos en medio de la tormenta esperando el
siguiente apretón. Eso sí, con el esfuerzo de todos hemos conseguido que
nuestros dirigentes sigan conservando su poltrona. Lo cual nos tranquiliza
tanto como cabría esperar.
La última hazaña de estos
maquinistas ha sido empezar a quemar los vagones del tren para alimentar la máquina. El “vagón”
del Penedés ya está ardiendo y cabe la pregunta de cuál será el siguiente. Lo
único seguro es que seguirán dirigiendo la máquina mientras quede un leño (un
empleado) que quemar.
Por otra parte, algunos capitanes
Schettinos ya están abandonando el barco. Estos ni siquiera esperan a ver si se
estrella aunque suponemos que contarán con buena información. La tranquilidad
que sí nos queda es que se han ido con un grueso chaleco que les impedirá
ahogarse. De hecho hay quien dice que se han llevado puestos nuestros chalecos
también. Para protegerse del frío que hace ahí fuera. Nosotros estamos
acostumbrados a las inclemencias y por eso no debemos pedirles que salten en
marcha del coche oficial a pecho (y riñón) descubierto.
Por cierto, aviso a navegantes: a la primera que dejó tirada
Schettino fue a la bella tripulante con quien combatía el tedio de la navegación. Lo
decimos por los que se han calzado entusiastas las espuelas ante sus
respectivos capitanes en perjuicio de sus compañeros. Y el que lo haga por
gusto y naturaleza, que nos perdone.
Todo lo expuesto hasta ahora dice mucho de nuestros
dirigente y del porqué hemos llegado hasta aquí. Pero Schettino se ha ido
rodeado de amigos y compañeros, lo que nos parece muy bien, mientras los
cientos de compañeros que han salido desde hace unos meses lo han hecho por la
puerta de atrás, con una carpetilla de impresos en la mano y una huella de bota
en el culo. Esto dice mucho de todos nosotros.
Seguramente algunos dirán que eso deben hacerlo otros. Que
otros son quienes tienen que organizar la gran fiesta de despedida al
desvinculado amenizada con orquesta. Que él o ella bastante tienen con lo suyo.
No se da cuenta de que “lo suyo”, seguramente, tiene mucho que ver con esa
actitud.
Está bien ser solidario, atento, educado y cariñoso con el
poderoso que se va al margen de cómo se valore su actuación. Pero la
solidaridad con nuestros iguales y sobre todo con los que consideramos poco o
nada poderosos o influyentes es la clave de la supervivencia en tiempos
difíciles.
Así que, en conclusión, seguirán los tiempos difíciles y
sólo podremos contar con nosotros mismos y con nuestros compañeros, de esta
empresa y las demás de nuestro sector sea cual sea su situación según los
expertos en calificar desgracias. Los que quieran salvarse por libre verán como
sus propias cabezas terminarán convirtiéndose en simples escalones para otros
más jóvenes, más afortunados, mejor relacionados, con menos escrúpulos. Si no
nos dividen habrá más posibilidades de sobrevivir.
La comunicación a la plantilla del día 12/12/12 marca que
los sindicatos ya han desaparecido como interlocutores en este banco. Por eso
os animamos nuevamente a la afiliación y a la participación activa en las
movilizaciones. Creemos que todos sois conscientes ya de que las guerras del
siglo XXI van a ser incruentas pero igual de crueles. Es, por tanto, el momento
de tener muy claro en qué trinchera está cada uno porque un error en eso sería
fatal. Es momento, sobre todo, de no desertar. Y si no confías en el general al
mando, al menos ponte espalda con espalda con tu compañero. Es más fácil que
sobrevivas.