EL CONVENIO EN EL CONGELADOR

Encaminamos el final de año y estamos sin Convenio Colectivo en el sector. Esto no es nada nuevo en la historia del sector de ahorro, lo novedoso es que algunos directivos-gerentes, utilizando el cinismo como arma de negociación se han auto subido sus retribuciones de forma escandalosa. Para muestra un botón, el Sr. Rato y sus vicepresidentes se han aprobado unos emolumentos de 10 millones de euros. Tampoco es necesario irnos tan lejos; mientras estamos esperando en BMN comenzar las negociaciones sobre  Armonización de Condiciones Laborales para los empleados de las cuatro cajas, nuestros altos directivos del BMN ya se han homologado sus salarios, naturalmente al alza.

Al mismo tiempo pretenden la congelación de todo incremento salarial en el sector: Salario base, antigüedad, ascensos por experiencia, kilometraje, ayuda estudios,…Y cuando les proponemos en la mesa del convenio que hablemos también de los sueldos de los jefes, nos vienen a decir que no procede. Ya se sabe, tienen que tapar las vergüenzas de sus jerarcas.

 

Y para los trabajadores ¿Qué? La última propuesta de la patronal la podemos calificar como vomitiva e impresentable. Y ante la cual hemos de expresar nuestra sorpresa e indignación por el hecho de que solo se fijan en pedir sacrificios para los trabajadores, mientras que los verdaderos causantes de la situación en que se ven envueltas las cajas-bancos siguen con sus altas remuneraciones  o incrementándolas.

 

Ahora, parece ser, que hay un nuevo intento negociador, el cual debería volver a plantear un convenio donde se contemplen soluciones compensadas a las peticiones de los trabajadores y a las necesidades de las empresas; no solamente a los caprichos de los gestores.

 

Pedir congelación salarial mientras se declaran beneficios y los gestores se ponen millones de sueldo no deja de ser un ejercicio de cinismo, y además se niegan a hablar de ello. Hablar de reducir personal mientras quienes diseñaron planes de expansión no están incluido en esa reducción, roza la desvergüenza. O ¿cómo llamar a plantear más movilidad geográfica, sin contraprestaciones, cuando ellos están bien amarrados a su sillón? Y de allí no hay quien les mueva: ni la fiscalía, ni la vergüenza.