UGT BMN-Andalucía: Pensiones, igual que vaciar el mar a cubos

jueves, 21 de marzo de 2013

Pensiones, igual que vaciar el mar a cubos


El Economista. 21/03/2013

Octavio Granado, secretario de Estado de la Seguridad Social (2004-2011)
Después de haber dejado en las hemerotecas a comienzos del año pasado perlas como las de la reducción de las cotizaciones sociales (Rajoy dixit), el actual Gobierno ha tenido que afrontar una liquidación del presupuesto de la Seguridad Social que multiplicaba por 13 el déficit del año anterior en términos de contabilidad presupuestaria, y un informe de la Comisión Europea que alertaba de las inconsistencias que el modelo español de devaluación competitiva de los salarios generaba en el sistema de protección social.
El Real Decreto Ley 5/2013 intenta ser una respuesta coherente a esta situación, engendrada directamente por el actual Gobierno, porque aquí sí que no cabe echar las culpas al Ejecutivo anterior. Durante cuatro años durísimos de crisis el Fondo de Reserva y el de Prevención no hicieron sino aumentar, y la Seguridad Social acabó el mandato de Rodríguez Zapatero sin deudas y con saldos a su favor del Estado.
Pues bien, este decreto no es una respuesta coherente. El impacto presupuestario para este año y el que viene de la modificación normativa operada es muy escaso, sobre todo en relación con los daños reputacionales y a la seguridad jurídica que va a producir esta norma. En cuanto a su efecto ante los organismos internacionales que han dirigido su aprobación (la soberanía limitada del actual Gobierno es tan irritante que está produciendo en la ciudadanía una desafección masiva sobre la misma idea de Europa), se agotará en pocos meses, una vez que se compruebe que sus resultados no están a la altura de lo que los responsables del Ministerio de Economía han dicho en Bruselas. Los del Ministerio de Empleo están desaparecidos de los foros internacionales, y casi es mejor así.
En primer lugar, los trabajadores que se jubilan anticipadamente cada vez pertenecen en mayor proporción a la nómina de los despedidos. No son ya los jubilados anticipados de los años de bonanza, sino los grandes perjudicados por un sistema que maltrata a quienes empeoran su carrera de cotización durante el último periodo.
Bien es cierto que esta desigualdad tiene ribetes funcionales, para evitar el abandono precoz de la cotización o su deterioro. Pero ahora la desigualdad bascula sobre los más vulnerables, mujeres y excluidos. Este maltrato aumenta con la norma aprobada, con lo que el principio de contributividad disminuye. Y en estos momentos, esto es jugar con el fuego de la vuelta a la cotización de mínimos para generar mínimas pensiones, ante la evidencia de que el Ejecutivo las recortará si son más altas. Y con estas cuotas ya disminuidas por los salarios recortados, nuevos recortes imposibilitan que los ingresos financien las obligaciones en materia de pensiones.
En segundo lugar, a estos trabajadores despedidos se les condena a una elección imposible. Porque aquí no se está hablando de un endurecimiento relativo, que sigue haciendo rentable, aunque menos, incrementar bases y periodos de cotización. Se está hablando de aumentos de los periodos cotizados (de 30 a 33 años) que obligan a los despedidos a renunciar a completar rentas exiguas para no perder el derecho a la pensión.
Es decir, que con la nueva normativa trabajar cotizando no sólo no va a aumentar el derecho a la pensión, sino que va a impedir el acceso a ella y conduce a todos los afectados a trabajar en la economía sumergida. Si no lo remedia el Tribunal Constitucional o el Tribunal Supremo declarando inconstitucional, si no directamente como majadería, una norma que tiene como efecto que al trabajar se quedan sin pensión efectiva muchos de los interesados.
En tercer lugar, la competencia de la economía sumergida, aumentada por la nueva competencia de los trabajadores que compatibilicen trabajo y pensión, y cuya relación con la jubilación parcial ni siquiera se ha estimado, va a lograr cuotas no ya históricas sino histriónicas de paro juvenil. Y todo ello sin que se haya realizado estudio estadístico o estocástico ninguno sobre qué ahorros de gasto van a producirse, y las compensaciones necesarias para las cotizaciones perdidas por los nuevos jubilados pluriempleados, que es la versión española de los minijobs. Imaginemos qué pasará si al final las nuevas cotizaciones de estos pluriempleados son más costosas en pérdida de ingresos que el ahorro de gastos que produzcan.
Como tampoco se ha estudiado cuál será el impacto acumulado del indicador de sostenibilidad y del periodo transitorio; una reducción tan radical de las pensiones (peor prestación cuanto más tardas en jubilarte) traerá consigo un desincentivo importante para mantener la cotización. Tampoco existe en el decreto ninguna medida para racionalizar gastos (sí, se puede, no son muchos, pero se puede en algunos casos) o en reformas de la estructura de la cotización para concentrar la misma en las pensiones que queremos proteger.
Tranquilos. El Ministerio de Empleo seguirá depredando los fondos de reserva ahorrados por Gobiernos anteriores, a la vez que el Ministerio de Economía impone normas cuyos efectos perversos demuestran que no conoce el sistema de pensiones. Y Cospedal y Floriano volverán a salir en la televisión pública, como la gran pareja de humoristas que han demostrado ser, para advertirnos de que nos han salvado de ellos mismos.

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